viernes, 20 de junio de 2008




El festival de los botes del dragón


El emperador no le escuchó y cayeron grandes calamidades. El poeta entristeció por lo acaecido en su pueblo, y una mañana se suicidó sumergiéndose en las aguas del río Ni Lo Chiang.
Por RAFAEL PINEDA / Barrigaverde


MONTEVIDEO, Uruguay.- En el mundo, pocas veces se le rinde homenaje a un poeta, como se hace en la Republica de China, Taiwán, y en la Republica Popular China, con Chi Yuan. Para recordarle como un tejedor de sueños, como un hombre bondadoso que amó a su pueblo, tanto en la isla como en el territorio continental se celebra el ocho de junio de cada año La Fiesta del Dragón, con tres días feriados resaltando su legado de patriota y cantor de la gente sencilla.



Chi Yuan era Consejero del emperador y poeta de versos cautivantes. En su fructífera trayectoria dio demostraciones de que amaba entrañablemente a su patria.



En un momento de grandes convulsiones, con la estabilidad política y social amenazada, Chi aconsejó al soberano sobre el camino limpio: darle bienestar al pueblo, no reprimir ni ofender la dignidad de la gente.



El emperador no le escuchó y cayeron grandes calamidades. El poeta entristeció por lo acaecido en su pueblo, y una mañana se suicidó sumergiéndose en las aguas del río Ni Lo Chiang.



Al enterarse, la muchedumbre corrió para el río a rescatarle y miles empezaron a remar en botes, tratando de expulsar a los peces para que no se coman el cadáver.



Al pasar los días, para que el poeta no sufra hambre, lanzaron arroz envuelto en hojas con carne molida, y para asustar a los peces, le pusieron cabezas de dragón a los botes.



Hoy, uno de los tres feriados más importantes del año en Taiwán es en honor de este escritor, cantor de la naturaleza y de las bondades de la raza china.



Un templo lleva su nombre: el Templo de Chi Yuan, donde asistí a una ceremonia presidida por el joven alcalde de Taipei, el señor Hao Lung-bin. A ritmo de tambores, con danzas tradicionales, actividades folclóricas y juegos, partieron los ciudadanos hasta el río donde esperaban decenas de botes. Subí a uno desde donde vi a las gentes en la ribera del Dajia tirando alimentos, arroz envuelto en hojas de bambú (llamado “tzung-tzu) y miles de papeletas que imitan el dinero.



Me dijeron que esta es la tradición. Las papeletas son para que a Chi Yuan, allá en el lugar donde está en la profundidad del río, no le falte dinero para satisfacer sus necesidades y los comestibles para que esté bien alimentado.



Muchos jóvenes se entrenan en el arte de remar, y cada año participan en La Fiesta de los Botes del Dragón, la cual convoca a millones de personas a ambos lados del Estrecho de Taiwán, para este homenaje, que es ya un culto. En las puertas de las casas se cuelgan guirnaldas de hiervas aromáticas, en las noches se encienden los faroles y el aniversario sirve para unir a los dos pueblos, ya que es una ocasión en que olvidan sus dificultades políticas, organizan vuelos fletados entre Taipei-Beijing- Kahosiung –Shanghai, y las familias chinas se reúnen.



Esta conmemoración demuestra que los taiwaneses tienen un alto grado de respeto por los poetas, igual que por las personas mayores y por la naturaleza. Pienso que en ese respeto radica la respuesta a quienes preguntan: ¿Cómo es posible que en pocos años, esa isla tan pequeña se halla situado entre los líderes de la economía mundial?

jueves, 19 de junio de 2008

Iván Petrovitch: El poeta de la avenida Paulista





DESDE EL ORIENTE



IVÁN PETROVITCH: El poeta de la Avenida Paulista
Por RAFAEL PINEDA / Barrigaverde.




SAO PAULO, Brasil.- La avenida Paulista es una de las más famosas y sugestivas de Latinoamérica. Por allí transitan diariamente más de la mitad de once millones de personas, visitantes o nativos de Sao Paulo, una luminosa ciudad multicolor donde los trabajadores, aquellos que hacen posible la fabricación de autos, vehículos pesados y maquinarias industriales, viajan diariamente en autobuses, en trenes subterráneos o en taxis.

Siendo Brasil un país de ciento setenta millones de habitantes, Sao Paulo con su frenética actividad fabril, su diversidad productiva, sus bancos y modernos comercios, es el centro de la economía, la ciudad más importante y de mayor densidad poblacional del cono Sur.

Ser un peatón en la avenida Paulista significa caminar esquivando multitudes que, apresuradas, se dirigen a sus lugares de trabajo. En ese lugar conocí a un poeta a quien admiré desde el primer intercambio, un creador de sueños parecido por su nombre, apellido y fisonomía, a un afamado literato ruso, pero sobre todo, me recordó a Luís Alfredo Torres, un gran poeta dominicano a quien conocí en los años setenta recorriendo la media isla, con sus libros en un maletín de vendedor, apostando al futuro de la poesía.

El nombre de este poeta es Iván Petrovitch, originario de Londrina, Estado del Paraná; Se le puede encontrar todos los días frente al Museo de Arte de Sao Paulo (MASP), donde tuve el honor de verlo ofertando a los transeúntes su más reciente publicación.

En los años noventa decidió abandonar la tranquilidad de su tierra natal para venir a esta ruidosa urbe a darse conocer como poeta. En principio laboró como profesor de inglés e italiano, y después decidió que la poesía era su destino.

Se instaló en la avenida Paulista y ahí está hoy vendiendo su ultimo libro: “Zugzwang, Tiempo de Iván Petrovitch”. Una obra de hermosa presentación con portada en blanco y negro y la fotografía de un lago.

Me contó que el inicio fue duro, sintió inseguridad de inaugurar una rutina productiva diferente, sin saber como le iría, Pero una mañana rompió el hielo y con espíritu emprendedor tomó la ruta más anhelada. Lo arriesgó todo en nombre de la poesía, sacó sus ahorros y publicó su primer libro titulado “Estación Paraíso”, y de profesor se transformó en vendedor callejero. Puso, como decimos, “todos los huevos en una sola canasta”, la de la poesía.

Pensó que su mejor librería para vender la obra era la avenida Paulista, específicamente bajo las dos extraordinarias columnas que sostienen el museo, por donde desfilan millones de obreros, profesionales, comerciantes, industriales, estudiantes, y donde las mujeres más bonitas de la ciudad exhiben las modas internacionales.

En esta avenida se encuentran los bancos principales, grandes negocios, instituciones del Gobierno, el sistema judicial y las rotativas de diarios importantes. No hay mejor lugar para un vendedor de poesía, sobre todo siendo Brasil considerado el país de Latinoamérica que más poetas tiene. Ahí vendió diez mil ejemplares de su primera obra.

Los paulistas se distinguen por ser, además de cultos, personas muy gentiles y le prestan la mayor atención a las ideas de Iván, escuchan sus serenas palabras de poeta peregrino, convertido en profeta, dispuesto a demostrar con su verbo que la poesía es un alimento tan necesario para la conciencia como el agua para el cuerpo.

A Iván Petrovitch lo vi no solo como a un hombre que ha realizado el sueño de ser poeta, conquistando lectores y clientes para difundir sus ideas, sino como a un icono de la avenida Paulista, donde a toda hora del día y de la noche se manifiestan los rasgos más sobresalientes de la cultura urbana brasileña.